Piadoso y hermoso Padre, la noche vuelve a nuestro encuentro una vez más, y con la emoción que llevo dentro, me dirijo hacia Ti con mucho cariño. Quiero darte gracias mi Señor, por haberme permitido llegar hasta ahora en compañía tuya, por tu protección y por tu cuidado ante todo mal que se haya asomado.
Querido Padre celestial, esta mañana mis ojos contemplan tus maravillosas obras y motivan a que mis labios quieran pronunciar tu Nombre por todas partes. Gracias bendito Señor, por darme un descanso revitalizado durante la noche, porque estoy aquí, en tu presencia para poder tener una conversación de esos amigos que se extrañan y quieren. Muchas gracias por el nuevo amanecer que le otorgaste a mis seres más queridos, por darles una nueva oportunidad de vida y de conversión.
Piadoso Señor, un día más culmina con mucha bendición y hoy vengo ante Ti y de rodillas me pongo, para agradecerte con el corazón satisfecho. Gracias bendito Dios, por este arduo día, donde tuve mucho por hacer para no ser preso de la flojera ni la conformidad, gracias por la protección que me diste, acompañando cada paso que me regresaba a casa.
Padre lleno de bondad, un nuevo día ha llegado a mi, y pienso que éste será uno lleno de muchos propósitos por vivir. Es por ello, que quiero darte gracias Señor. Me detengo unos minutos a pensar, en lo primero que te pedí en medio del cansancio de la noche, y veo que con mucho cariño atendiste mi petición de tener un nuevo amanecer para compartir juntos.
Querido Dios de bondad, quiero aprovechar este momento para conversar contigo, antes de que mi cuerpo caiga rendido en mi cama por el agotamiento del día. Gracias te doy Padre, porque en lo secreto te puedo encontrar, porque no descansas ni un segundo para cuidarme de todo mal.