Nada en toda la creación puede separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor, ya que su amor es más grande.
La bondad y el amor de Dios nos seguirán todos los días de nuestra vida, y tendremos un hogar en su presencia eternamente.
Si permanecemos en Cristo y en su amor, daremos mucho fruto en nuestra vida, pero separados de él no podemos hacer nada.
Dios nos protegerá de todo mal y cuidará de nuestra vida, cuidando también nuestras entradas y salidas, siempre y para siempre.
Dios comenzó una buena obra en nosotros, y la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús, en su amor y gracia en nuestra vida.
Si clamamos a Dios, él nos responderá y nos enseñará cosas grandes y ocultas que no conocemos, guiándonos en su sabiduría y amor.
Si encontramos nuestro deleite en el Señor y su voluntad, él nos concederá los deseos de nuestro corazón según su voluntad y propósito.
Jesús vino para darnos vida en abundancia, y no para robarnos o destruirnos.
Si habitamos en la presencia de Dios y confiamos en él, recibimos su protección y refugio en todo momento.
Debemos mantenernos libres del amor al dinero y confiar en la provisión de Dios en nuestra vida, ya que él nunca nos dejará ni abandonará, brindándonos su ayuda y protección en todo momento.