«Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.»

Dios promete renovar nuestro ser interior día a día, a pesar de las dificultades externas. Nuestra tribulación momentánea resultará en una gloria eterna y nos anima a fijar nuestra mirada en lo eterno, en lugar de lo temporal.