Santo Señor, mis ojos se abren para contemplar un amanecer lleno de esperanza, puedo respirar el aire que me regalas con tu soplo de vida y me dispongo a iniciar la jornada confiando en que me tomarás de la mano y no me soltarás en ningún instante del día. Gracias por ser un Padre bondadoso y fiel, amado Señor, gracias por ser mi refugio en todo momento.