Promesas

«Porque sol y escudo es el Señor Dios; gracia y gloria concede el Señor, y nada bueno niega a quienes viven con integridad.»

«Porque sol y escudo es el Señor Dios; gracia y gloria concede el Señor, y nada bueno niega a quienes viven con integridad.»

Dios es nuestro sol y escudo, y nos da gracia y gloria a aquellos que viven con integridad.

«Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.»

Aquellos que anhelan la justicia y la verdad serán saciados por Dios.

«Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí?»

Para Dios no hay nada imposible. Él tiene todo el poder y puede hacer cualquier cosa que quiera.

«¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios! Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias.»

Dios nos perdona y nos sana, y debemos recordar siempre sus bondades y misericordia hacia nosotros.

«Encomienda al Señor tus afanes, y él te responderá; no permitirá que sufra el justo tropiezo alguno.»

Si confiamos en Dios y le entregamos nuestras preocupaciones y cargas, él nos responderá y nos protegerá de los tropiezos…

«Mas él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por la disciplina de nuestro bienestar, fue golpeado, y por sus heridas fuimos sanados.»

Jesús sufrió y murió por nuestros pecados, para que pudiéramos ser sanados y restaurados a la relación correcta con Dios.

«Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.»

Jesús es la vid y nosotros somos las ramas. Si permanecemos en él, daremos mucho fruto y podremos hacer todas…

«Jesús le respondió: —Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí.»

Jesús es el único camino hacia el Padre, y solo a través de él podemos encontrar la verdad y la…

«Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.»

Dios nos ama tanto que envió a su Hijo Jesús para morir por nosotros, incluso cuando éramos enemigos de él.

«Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.»

La salvación es un regalo de Dios, no algo que ganamos a través de nuestras obras.