Padre Eterno, me presento ante Ti para mostrarte mi alma con humildad, en mi vida Tú eres supremo. Me dirijo a Ti para que puedas sentir mi alma y guiarme en este valle, Padre Santo.
Padre mío, te muestro mi alma para que puedas mirarla y acogerla con tu santo manto, la vida nos pone pruebas en donde el ánimo de continuar se debilita y sólo nos queda esperar para que llegues Tú y con tu amor nos muestres el camino de salvación.
Señor mío, hay momentos, en que la desorientación llega a mí y las nubes del abatimiento me ciegan. He sentido tristeza, desdicha por no encontrar un punto que sienta paz o sentirme amado, momentos donde he peleado con gente que me quiere y se preocupa por mí.
En mi alma yo reconozco a Tu luz que se enciende y me calienta, me recuerda tu santa presencia, pero por los problemas del día a día, cada vez se me hace más difícil encontrarla, te pido que me ayudes a mirarla y envolverme en ella para seguir tu camino, Señor.
Ayúdame a seguir tu luz, mi Santísimo Señor, a que mi corazón se guíe de tus pasos y que mi alma se revista de tu amor, Padre Misericordioso, no permitas que mis actos sean ajenos a tu nombre, te pido Dios Mío, que me ayudes a mí que clamo amor para mi vida.
Conozco señor Bendito, de pecadores que tampoco saben el camino del amor, reconozco al mundo que le da la espalda a Tu palabra, te pido que los ayudes, Padre Misericordioso, a que encuentren la calidez de Tu amor.
Amoroso padre, sé lo difícil que es vivir sin tu manto sagrado, he transitado por estos caminos sin tu nombre sobre mi cabeza y he tropezado, pero si tu amor me das, sólo me encontrarás lleno de armonía y amor para compartir con mi prójimo proclamando tu nombre.
Te doy gracias, padre Santo por, las bendiciones que encuentro a mi alrededor, mi fe y la felicidad que encuentro con mi familia te la debo a Ti, gracias por permitirme disfrutar las enseñanzas de mis padres y la alegría de sus corazones.
Que la fe de los hombres no se acabe, mi Señor misericordioso, tu luz se extenderá por sobre la humanidad que te sigue y que ha nacido del amor que propagas por sobre nuestras cabezas, bendito tu nombre y tu poder.
Padre Celestial, te pido que mantengas a mi corazón latiendo siempre junto al tuyo, para continuar bajo el dominio de Tu nombre, mi Santísimo Señor, no permitas que mi vida sea ajena a tus designios, haz de mí un fiel servidor.
Siempre estaré en gratitud que me permitas llevar mis plegarias a tu pecho, y encuentre la oportunidad de dirigirme a ti, Padre Santo, para que me guíes con tu presencia en el canal de la oración, Santo Señor.
Jesucristo, tu hijo amado, nuestro salvador, permitió que este camino de alabanza y reflexión sea posible. En honor a su sacrificio te pido que oigas mi pedido, con toda la devoción que permitas encontrar en tu bondadosa presencia, Señor mío. Amén.